11/11/2009

¿RADIACIONES MÁXIMAS O “RECOMENDADAS”?

Ante la interpretación por parte de la Consejería de Sanidad de Castilla y León y de la asociación gremial del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicaciones de Valladolid de un estudio relativo a los niveles de exposición radioeléctrica de la población de nuestra comunidad, hemos de hacer públicas ciertas aclaraciones con el fin de evitar la tergiversación de los hechos que dicha difusión está causando entre la opinión pública castellano leonesa.


La primera manipulación que denunciamos es la confusión deliberada entre valores máximos permitidos y valores recomendados hasta el punto de que se puede hacer creer que la población está recibiendo una dosis de radiaciones inferiores a la “recomendada” por las autoridades sanitarias, como si un complejo vitamínico se tratara.


Lo que en realidad sucede es algo que siempre hemos reconocido desde nuestra asociación y es que los niveles de radiación soportados por la población están por debajo de los límites máximos fijados por la normativa vigente. Y ello por el hecho de que los actuales niveles oficiales están, en Castilla y León, 4.500 veces por encima de los niveles recomendados como seguros por la Conferencia Internacional de Salzburgo de junio de 2000. Mientras en esta convención de científicos se fijó un límite máximo de 0,1 microwatio por centímetro cuadrado, la normativa de Castilla y León lo establece en 450.


Dicha normativa autonómica, al contrario que otras comunidades autónomas, apura al máximo Recomendación 1999/519/CE de la UE que, a su vez se basa en unos estudios de 1.999 realizados por el ICNR, considerados como desfasados y que partieron de graves errores de partida. Tanto es así que, Resolución del Parlamento Europeo, de 4 de septiembre de 2008, insta a la propia UE a revisar dichas recomendaciones y sustituirlas por otras mucho más precavidas.


Afirmamos que tales estudios de 1.999 partieron de graves errores de partida porque sólo tuvieron en cuenta los efectos térmicos sobre los seres humanos y no estudiaron los efectos no térmicos vinculados a la frecuencia y coherencia de este tipo de radiaciones, tales como: alteraciones en los flujos del calcio en las células, disminución de la melatonina, interferencia de las ondas cerebrales, roturas en el adn, y muchos otros que no reproducimos por cuestiones de espacio. El método de laboratorio utilizado en dicho estudio de 1.999 consistió realmente en llenar una esfera de plástico con agua y compuestos como azúcar y otros componentes en la misma proporción que nuestro cerebro y se hicieron mediciones exclusivamente térmicas.


Decimos que están desfasados porque cuando se llevaron a cabo dichos estudios la telefonía móvil sólo había desarrollado la 1ª y 2ª generación -Analógica y GSM, con unos rangos de frecuencia de entre 900 y 1.800 Mhz- y posteriormente se han introducido en el espectro radioeléctrico la 3ª generación -UMTS con un rango en torno a 2.350 Mhz- así como un amplio elenco de nuevos sistemas inalámbricos como Wi-max, Wi-fi, Bluetooth, etc, algunas de ellas de con frecuencias muchísimo más elevadas.


Lo que evidencia que las actuales recomendaciones legalmente asumidas por la Junta de Castilla y León carecen de una base científica suficiente para poder afirmar que los límites máximos permitidos son, a la vista del vertiginoso aumento tanto de nuevos sistemas como del número de las instalaciones, seguros para la población de nuestra comunidad. Mucho menos, se puede afirmar que la radiación soportada por los ciudadanos están “por debajo de lo recomendado”.

Salamanca, 9 de noviembre de 2009